¿Estado sin nación?
Sebastián Mantilla Baca (columnista)
Tras los últimos acontecimientos de octubre, los cuales dejan dividido, afectado y sensiblemente lesionado a nuestro país, hay un tema que, al escuchar las declaraciones de la dirigencia indígena, me ha llamado mucho la atención: el de la nacionalidad ecuatoriana.
Ellos ya no hablan solamente de que el Ecuador es y debería ser pluricultural, multi étnico y plurinacional. Han mencionado de que los pueblos y “nacionalidades” indígenas deberían tener su propio ejército, su propio sistema de justicia, soberanía sobre sus territorios y que incluso autoridades y funcionarios de gobierno deberían pedir permiso para entrar a las comunidades.
Esto no solo que es descabellado, inconstitucional e ilegal ya que tiene el germen del secesionismo y sienta las bases para la creación de un Estado dentro de otro Estado. Incluso va en contra del numeral 3 del artículo tercero de la Constitución que habla como deber primordial del Estado de “fortalecer la unidad nacional en la diversidad”. De igual modo, contradice lo estipulado en el artículo cuarto de la Constitución cuando se habla de que “el territorio del Ecuador es inalienable, irreductible e inviolable. Nadie atentará contra la unidad territorial ni fomentará la secesión”.
Aunque parece que está claro para la mayoría de los ecuatorianos que el Estado es uno solo y, como tal, veo con preocupación los motivos que llevan a la dirigencia indígena a hacer propuestas tan desproporcionadas y, hasta cierto punto, carentes de sentido.
No obstante, los esfuerzos que se han hecho de parte del Estado para dar forma a la nacionalidad ecuatoriana y, como reza la Constitución, fortalecer la unidad nacional han sido exiguos.
Si nos preocupa tanto las declaraciones de la dirigencia indígena, me pregunto: ¿Qué han hecho este y los anteriores gobiernos al respecto? ¿De qué hablan los políticos? ¿Qué plantean las élites? ¿De quién es esta responsabilidad? ¿De todos y, a la final, de nadie?
Tenemos que reconocer, aunque a veces no nos guste, que somos un país sin identidad. Rafael Quintero decía hace tiempo de que somos es “un país en ciernes”. Yo creo que somos un Estado sin nación. Un Estado, que desde sus orígenes fue cooptado por élites poco iluminadas, que nunca quisieron reconocer que somos un Estado con diferentes nacionalidades.
Pero el problema está entonces en que jamás supimos incorporar al otro dentro de una sola concepción de Estado – Nación, reconociendo, en su alteridad y diferencia, su valía.
La historia no es únicamente narración de acontecimientos. Es también una construcción social. Por ello, las naciones, al igual que la identidad, se crean y, de tal forma, se las llena de sentido. Eso ha faltado y sigue faltando en el Ecuador. Esfuerzos por definir una identidad y nacionalidad, como una sola comunidad diferenciada de tradiciones, costumbres, cultura y lenguaje. ¿Qué piensa usted?(O)
Tomado de diario El Comercio Ec.