Debate científico sobre túneles y respiradores

Debate científico sobre túneles y respiradores
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La iniciativa de instalar cabinas de desinfección en la entrada de hospitales y mercados es bien vista por la ciudadanía. Sin embargo, hay quienes opinan que su uso puede ser contraproducente e innecesario.

Para los túneles de desinfección hay parámetros. En Quito y Guayaquil, por ejemplo, la empresa Kubiec instaló varios de estos equipos. El gerente de la compañía, Henry Yandún, asegura que allí no se utilizan productos nocivos y estos químicos bajan la carga viral.

Cada túnel cuenta con sistemas de nebulización que supuestamente permiten, en seis segundos, desinfectar la ropa de las personas que lo atraviesan. Patricio Almeida, director ejecutivo de Agrocalidad, asegura que los químicos están aprobados por la OMS.

En la capital, las cámaras de desinfección fueron colocadas al ingreso de mercados, hospitales, el Centro de Convenciones Bicentenario y el Camal Metropolitano. Los hospitales del Seguro Social también los recibieron.

El catedrático de la Universidad de las Américas Esteban Ortiz, máster en Salud Pública, recuerda que estas cabinas utilizan, como germicida, amonio cuaternario y agua clorinada. El coronavirus suele estar dentro de una persona, no fuera, además la enfermedad se transmite por vía aérea y el contacto directo entre la gente. La ropa es una fuente improbable de transmisión”, dice.

Sobre este tema, el Equipo de Evaluación de Tecnologías Sanitarias de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador explica que el tiempo de desinfección debería durar entre cinco y 15 minutos.

Las consecuencias de los túneles de desinfección aparentemente son menos graves. Esmeralda Terán, médica dermatóloga, dice que el hipoclorito o el amonio cuaternario en baja concentración son elementos inocuos, más si se aplican sobre la ropa. Recomienda que no deben tocar heridas ni lastimados porque pueden irritar.

Gladys Torres, médica oftalmóloga, recuerda que el amonio cuaternario se aplica como desinfectante de tejidos vivos y mucosas como la conjuntiva ocular, por lo que no habría mayores problemas en su uso.

El COE Nacional emitió una resolución el 10 de abril en la que se reconoce que “no se encuentra evidencia que apoye la aplicación de químicos directamente sobre las personas y sus vestimentas como medida de “desinfección” para un virus con las características del SARS COV-2”.

Para Ortiz, “deberían poner lavabos y jabón a la entrada de hospitales y mercados en vez de túneles de desinfección”. De acuerdo con el salubrista, estas cámaras pueden incluso ser contraproducentes. “Si alguien tose ahí dentro, el que entre luego puede respirar ese aire contaminado”.

Daniel Simancas, médico epidemiólogo y jefe de Investigación de la Universidad UTE, explica que las guías internacionales son la base de todo procedimiento. Para él, ese es el gran problema de los túneles de desinfección: “Puede que las sustancias usadas sean inocuas, pero esas cabinas no están contempladas en las guías epidemiológicas mundiales”.

Respiradores, en la mira​

Los respiradores son objeto de debate en estos días: gran número de pacientes de covid-19 los necesitan, sin embargo, especialistas advierten que la suerte de los pacientes con coronavirus que son conectados a un respirador es similar a la de los que no son intubados, e incluso su expectativa de vida podría ser menor.

El neumólogo Byron Canelos explica que para intubar a una persona se toma en cuenta un índice llamado PAFI, una medida del oxígeno en sangre. Si se tiene menos de 100, hay que realizar el procedimiento.

Canelos añade que en las autopsias de pacientes con coronavirus se ve también daño inflamatorio por la presencia de bacterias, las cuales llegan a los pulmones por la intubación. Recuerda que un paciente intubado pierde las facultades mecánicas de defensa respiratoria, como la tos, el estornudo y el manejo de secreciones.

Los respiradores, contrariamente a lo que pasa con los túneles de desinfección, tienen guías establecidas para su uso, pero el covid-19 es una patología nueva. Las estadísticas son malas en Reino Unido y en Nueva York, donde el 80% de los pacientes intubados fallecieron, frecuentemente tras pasar una o dos semanas en cuidados intensivos.

Fuente: El Comercio Ec

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