La OPEC del cacao

La OPEC del cacao
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Alfredo Saltos Guale (columnista)

Han pasado inadvertidos en Latinoamérica los esfuerzos desplegados por los dos más grandes productores y exportadores de cacao del mundo, los africanos Costa de Marfil y Ghana, encaminados a lograr un pago más justo por el producto en grano, que ambos abastecen en el 63%, para cuyo efecto han amenazado con una paralización de las ventas hasta obligar a sus clientes importadores, las grandes multinacionales y bróker del chocolate, a integrar una mesa de negociación sobre la base de adoptar un concertado incremento que llevaría la tonelada a un mínimo de 2.600 dólares, posición respaldada con firmeza por el más alto nivel político de esas naciones.

Los actores del orbe cacaotero se quedaron absortos al constatar por otra ocasión que los más conspicuos cultivadores del ensoñador grano resuelvan constituir un frente para lograr que una mínima porción de los beneficios del suculento mercado llegue a los campesinos que laboran en condiciones de pobreza extrema, siendo tan inicua esa relación que las barras o tabletas de chocolate que se consumen en Occidente, elaboradas por una industria con ingresos superiores a 90.000 millones de dólares, dejan a los fabricantes y distribuidores el 75% de la rentabilidad, mientras que los agricultores alcanzan apenas un humillante 4%, pudiendo llegar en el mejor de los escenarios al 6%.

Acreditados estudiosos de estos temas definen que por el lado de la demanda se ha configurado un oligopsonio (de las palabras griegas oligos: poco, y psonio: compra), es decir, pocos compradores con suficiente poder para determinar los precios, de allí que es explicable que la contraparte de la balanza, la oferta, representada por los cultivadores, tenga que esmerarse para desmontar ese desequilibrio al mejor estilo del cartel petrolero, la OPEC, en este caso protagonizado por dos productores que, según la Organización Internacional del Cacao (ICCO), en 2017 cosecharon 2,99 millones de toneladas, correspondiéndole a Costa de Marfil 2,02 millones y a Ghana 970.000, dentro de un total global de 4,74 millones.

Es oportuno que los gremios ecuatorianos del cacao expresen su parecer en la mejor forma que convenga a los intereses nacionales y del eslabón más débil de la cadena que son los agricultores, en su inmensa mayoría constituida por pequeños propietarios, a quienes la organización que plantean los africanos en sus países aspira a mejorar y superar situaciones de pobreza no ajenas a nuestro medio. Se requiere el apuntalamiento de otros, no olvidemos que Ecuador con sus 315.000 toneladas de exportación en el 2018, de sumarse al frente propuesto le daría mayor consistencia, ahora que han aparecido presagios del fracaso de la medida, que no busca solo la recuperación de los alicaídos precios, sino también la creación de un fondo para su estabilización y emprender actividades conjuntas en la lucha contra plagas y enfermedades transcontinentales.

¡Cuán útil hubiese sido la Unión de Países Exportadores de Banano (UPEB) si Ecuador la consolidaba con su presencia en la necesidad de crear un bloque continental que enfrente al enemigo común la Raza tropical 4!

Tomado de Diario El Universo

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