Klinsmann y los aires de una revolución en Ecuador

Klinsmann y los aires de una revolución en Ecuador
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Alejandro Ribadeneira Tobar (columnista)

Jürgen Klinsmann es el nombre de moda. La idea de traerlo a la Tricolor es repetir el éxito del yugoslavo Dusan Draskovic en los 90 y darle al alemán el control total para una renovación del fútbol ecuatoriano. El plan es enorme y va más allá de la Selección mayor, articulado al millar de canchas que promete el Gobierno y al Mundial del 2030, inclusive.

Traer al exjugador alemán es todo un riesgo. Por un lado, se habla de que Klinsmann no calzaría en el tercermundismo del fútbol ecuatoriano, que sus ideas de todos modos no cuajaron del todo en los equipos por los que pasó y que es algo excéntrico en sus métodos, y acá los ‘diferentes’ no suelen generar confianza.

Pero, ¿acaso Draskovic también no parecía exótico con sus manías, como la de elegir al guardameta de la Tricolor por la altura de su salto y no por su experiencia en clubes? Draskovic revolucionó al fútbol del Ecuador a pesar de los errores que cometió y de que no ganó títulos. Desde entonces, el fútbol físico se volvió la prioridad y, gracias a él, Ecuador se equiparó al resto de selecciones de la región, o al menos se volvió más competitivo.

Klinsmann, no obstante, posee algunos pecadillos de los que hay que hablar y todos pasan porque no logró convencer del todo a su entorno, a pesar de que sí entusiasmaba su idea de dejar atrás el germanizado fútbol físico para ser más ofensivos. No siguió al frente de la Selección alemana por un berrinche: quería a como de lugar que se contratara a un entrenador de hockey, pero los dirigentes ya habían cedido con extravagancias como las de usar hoteles cinco estrellas, por ejemplo, o visitar una relojería para que el jugador aprendiera el milagro de los mecanismos.

Si Klinsmann viene, seguramente habrá una revolución, pero eso no quiere decir que a Ecuador le irá bien.

Tomado de diario El Comercio

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