En defensa de Lenin
Simón Espinosa Cordero (columnista)
Jaime Roldós y Osvaldo Hurtado noquearon a la derecha del “insolente recadero de la oligarquía”, el ingeniero mecánico León Febres Cordero, que había amenazado hacer la guerra si triunfaba dicho binomio. Roldós y Hurtado gobernaron entre el 10 de agosto de 1979 y el diez de agosto de 1984: Roldós, hasta su muerte ocurrida el 24 de mayo de 1981; y Hurtado, el resto del periodo.
Hurtado entró a gobernar con cuatro crespones negros: la muerte de su amigo presidente; el estallido de la crisis internacional de la economía en 1982; una feroz Cámara de Representantes de “Patriarcas de la Componenda”, marxistas y naranjas de Izquierda Democrática, y con solo cinco diputados gobiernistas; once meses de lluvia sobre todo en la Costa. Mal visto de la oligarquía por serrano y “por comunista”; con un barril de petróleo a siete dólares, una demanda pobre y barata de nuestros productos en el exterior, unos préstamos internacionales para el Tercer Mundo con intereses al doble de lo usual, y cero crédito para América Latina. Heredó la deuda del conflicto fronterizo perdido en Paquisha y heredó, también, la deuda de la segunda dictadura tan generosa con la industria nacional. La lluvia se comió casi el cinco por ciento del producto interno bruto y dañó la infraestructura vial. Actuó como estadista con medidas económicas fuertes pero graduales, con la sucretización de la deuda particular en dólares que, si no pagada, iba a quebrar la industria ya citada, y pese a ello tuvo una oposición feroz y universal. Supo gobernar, sanó a Ecuador y lo puso en marcha.
Hoy, es el político más respetado del país. Su voz se escucha con respeto “Ante una situación tan dramática, -dice- los intereses particulares y los dogmas políticos e ideologías deberían quedar de lado para que el país pueda salir adelante. ¿Es esto lo que estamos viendo?” Casi todos rechazan las medidas propuestas. Hurtado concluye: “Con un fisco tan precario, los gastos regulares del Estado, sustancialmente de la educación, seguridad y salud que no da abasto para enfrentar la pandemia, debería resultar evidente la necesidad de que el fisco tenga ingresos suficientes para ofrecer de manera adecuada a los ciudadanos los servicios que son la razón de ser del Estado”…Hay que dar de comer al sesenta por ciento de los ecuatorianos, decimos. Hurtado añade comprensivo: “En el caso de las críticas a las decisiones oficiales, quienes esbozan legítimamente esas críticas deberían plantear fuentes de ingreso alternativas (viables) a las que ha identificado el gobierno, Lamentablemente, distintos planteamientos de las últimas semanas no cumplen esos preceptos que parecen elementales”.
Hay que respetar a Lenin. Pasará a la Historia como un presidente notable.
Si el Partido Social Cristiano y, obviamente, el correísmo tienen otros medios para salvar a Ecuador, benditos sean. ¿Nos salvarían a todos? Camilo lo hizo. De León, se duda.
Tomado de diario El Comercio Ec.