Amazonía

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Irene Vélez Froment (columnista)

Los incendios forestales en Brasil han aumentado un 83 % en comparación con el año anterior. Este incremento no es natural. ¿Qué tiene 2019 que 2018 no tenía? Respuesta: Jair Bolsonaro, el nuevo presidente de extrema derecha, quien afirma que el calentamiento global es un mito. Si eso lo dice Boris Jonhson, terrible. En qué manos estaría el Reino Unido. Pero que lo diga el presidente que tiene bajo su jurisdicción al pulmón del planeta, no solo es terrible, tiene un sabor distópico-apocalíptico. Bolsonaro cree que la tierra debe ser explotada en favor de un beneficio económico. Preservarla es para quien se deja llevar por el “sentimentalismo ambiental”. Bajo esta lógica, ¿qué resulta preferible: mantener kilómetros de selva o eliminarlos con fines ganaderos? Y así empiezan a talar. El incendio es más efectivo: menos mano de obra y mayor agilidad en uso del tiempo. Pero a veces los incendios son difíciles de controlar. Resultados: 19 días consecutivos de ecosistemas destruidos, sin un final próximo. ¡Qué podíamos esperar de quien condicionó la ayuda para Fondo Amazónico! Noruega y Alemania financiaban la protección de medioambiente brasilero con $1.268 millones. Parte de ese capital, el presidente propuso destinarlo a agricultores y terratenientes a los que se les prohibirían actividades productivas en áreas protegidas. En otras palabras: compra de futuros votos; millones congelados que hoy, hubiesen servido. Esto nos lleva a concluir que el modelo soberano de Estado nación se queda obsoleto en problemáticas internacionales: ¿el resto del universo debe ser observador de cómo destruyen su patrimonio, su salvavidas, porque está en la línea imaginaria de Brasil? Cambiar este sistema político es virtualmente imposible. Ante la impotencia se levantan las voces: boicot a productos brasileros. Bolsonaro ni tomará dos segundos para basurear estas reacciones. Lo único que podría cambiar el rumbo de la locura es la amenaza de la Unión Europea de no aprobar el tratado de libre comercio con Mercosur. Decirle: tus productos agrícolas sembrados en áreas protegidas acá no entran. Que les duela, porque su interés está en proteger otro tipo de verde.

Tomado de Diario Expreso

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