Sicarios han dejado ‘firma’ en al menos 12 asesinatos

La identificación de esta huella que deja el homicida en sus víctimas requiere de un análisis, que incluye el tipo de arma, la escena del crimen, entre otras.

Carlos Cabezas Medina recibió 26 impactos de bala al pie de una iglesia evangélica en la isla Trinitaria; a Bryan Asunción Cagua lo acribillaron con la misma cantidad de disparos en su casa, delante de su familia, en el sector del cerro San Eduardo; y Billy de la Torre fue baleado con 20 proyectiles, mientras pedaleaba en su bicicleta en el sector de Sauces 4.

Estos asesinatos forman parte de al menos una docena de muertes violentas registradas en Guayaquil, durante este primer trimestre del 2022, en donde los sicarios dejaron su firma criminal o la de su organización delictiva.

“La firma es todo acto innecesario dejado sobre la víctima, el impulso psicológico del victimario que quiere demostrar algo y dejar un mensaje”, explica la experta en perfilación criminal Alexandra Mantilla, quien al igual que otros especialistas coinciden en que un asesinato con más de cinco disparos podría considerarse una firma del sicario.

Esto, ya que “con dos o tres disparos en órganos vitales es suficiente para aniquilar la existencia de un ser humano”, añade Pedro Intriago, fiscal del Guayas y especialista en ciencias penales y criminología.

En cambio, Renato Rivera, experto en seguridad e investigador en la Red Latinoamericana de Seguridad y Delincuencia Organizada, considera que la cantidad de impactos en estos casos se podría atribuir a la falta de destreza del sicario.

“Es más fácil disparar 15, 20 disparos, que 1, 2, 3 con armas pequeñas tipo revólver. Es más seguro generar 20 disparos por la inexperiencia que pueden tener los asesinos, el objetivo del homicida no es dejar una marca registrada, sino dejar un mensaje”, refiere.

Para identificar una firma se requiere un análisis complejo que, según Mantilla, se debe realizar con base en el contexto del suceso, la escena del crimen, tipo de arma usada, evidencias recogidas y también con el informe de autopsia.

Este estudio empieza en la escena del crimen. Ahí, agentes de Criminalística de la Policía y de la Fiscalía realizan una inspección visual y recogen huellas e indicios, y al cuerpo de los fallecidos se les hace la misma observación, revisión de prendas, pertenencias, heridas, tatuajes, todo lo que se puede examinar en la parte externa.

Luego, el cadáver es trasladado al Laboratorio de Criminalística y Ciencias Forenses, en donde el médico legal realiza la autopsia, examen en el que se establecen las causas y el tiempo de la muerte, detalla Carlos Perugachi, jefe de esta institución, quien considera que en Guayaquil y en el país no se habría identificado firmas en los cuerpos de las víctimas, en los últimos años.

Perugachi refiere que la firma criminal es evidente en los casos de asesinos seriales, que no se han presentado. Más bien, él cree que todas las muertes violentas analizadas por su equipo son producto de la violencia criminal, que -añade- no tienen un patrón.

Es importante, coinciden los expertos, conocer qué tipo de arma se utilizó para definir si se trata de una firma.

Si el mismo calibre y el tipo de arma aparecen en uno o más eventos, estamos hablando de una firma de un mismo ejecutor

Alexandra Mantilla, experta en perfilación criminal.

Pero si son armas largas, como fusiles y ametralladoras, que hacen 20, 30, 40 hasta 100 disparos en ráfaga, los sicarios no dejarían su firma. Tampoco los dos colgados en el puente de ingreso a Durán, decapitados y descuartizados hallados en el vecino cantón este año, debido a que sus muertes -refiere Mantilla- se ejecutaron como parte del modus operandi de la banda delictiva.

Fiscalía también puede determinar si un criminal está dejando su huella durante las investigaciones, considera el experto Rivera. Pero ese trabajo, cuestiona, no se lo realiza en profundidad: “Fiscalía no realiza los ejercicios de investigación necesario para determinar si (el asesino) es una persona que está dejando un mensaje, como un patrón de conducta psicológico”.

Por ello, cuestiona, la mayoría de estos fallecimientos se encuentran en investigación previa. En esa etapa se encuentra el 90 % (1207) de las 1.346 denuncias por asesinato, homicidios, sicariato y femicidios reportados entre el 2021 y febrero de este 2022. En ese lapso hubo 48 dictámenes y sentencias condenatorias.

El fiscal Intriago justifica que en la mayoría de casos no hay detenidos ni sospechosos y, durante las indagaciones, reúnen escasas pruebas: “No tenemos mayores indicios, no tenemos videos, no tenemos testigos”, lo cual -lamenta- trunca la investigación. (I)

En el 88 % de los crímenes se utilizó arma de fuego

En Guayaquil, Durán y Samborondón (Zona 8) se registraron 246 muertes violentas entre enero y el 10 de marzo de este año. En ese lapso, EL UNIVERSO, -medio de donde tomamos esta información- recopiló los nombres de 201 víctimas, la mayoría de ellas (88 %) fue asesinada con armas de fuego.

Con fusil, por ejemplo, fue asesinado Danny García en su camioneta, el 27 de enero, en el sector de Sergio Toral, en el noroeste de Guayaquil. A él lo acribillaron con más de 50 disparos. Mientras que Marcos Nazareno y Jefferson Martínez fueron asesinados con 55 balas de cuatro armas de diferentes calibre, el 17 de febrero, en el Guasmo sur.

Entre enero y febrero de este año, la Policía decomisó 1.296 armas de fuego en el país, según el Ministerio de Gobierno. El 41 % eran revólveres, el 21 % pistolas, el 15 % cartucheras, el 11 % escopetas, el 6 % carabinas, el 3 % subametralladoras, el 1,4 % fusiles, entre otras. (I)

Fuente: El Universo Ec