¿Salir del aislamiento?
Pablo Lucio Paredes (columnista)
Es el dilema de todos: ¿cuándo entrar al distanciamiento social… y sobre todo, cuándo salir? Hay países que son ejemplos de éxito. Corea aplicó un sistema muy amplio de tests (20 000 diarios) y de seguimiento de la gente y sus contactos; por ejemplo, si alguien daba resultado positivo, enseguida se verificaba vía cámaras públicas, tarjetas de crédito (y más), con quién se había contactado, y vía reconocimiento fácil y otras técnicas se buscaba a esas personas para evaluar su evolución a base de apps y encuestas continuas; esencialmente control social + tecnología + persistencia, experiencia parcialmente adquirida con enfermedades anteriores como SARS. Taiwán ha tenido buenos resultados, en parte porque está bajo amenaza continua a su propia existencia y tiene una red de seguridad permanente. Canadá lo ha hecho bien, pero fue uno de los pocos no asiáticos en ser atacados por SARS, generando alerta y experiencia. Según Foreign Policy, Georgia es un caso positivo a pesar de sus limitaciones económicas y se debe a haber actuado enseguida, y Suecia porque confía en la alta responsabilidad de su gente. Factor común: actuar enseguida y testear mucho.
Aquí estamos ante el dilema. Probablemente no actuamos a tiempo, pero ya es pasado. Probablemente no tenemos la capacidad de usar tecnología y control social como Corea, pero al menos debemos testear a la gente con más celeridad y amplitud. Probablemente no tenemos la mejor disciplina, pero debemos asumirla para minimizar la transmisión. Y nos enfrentamos a la duda de todos: ¿cuándo romper el aislamiento? Desde la salud, probablemente la respuesta es cuando no haya casos reportados, o mínimamente. Desde la economía: apenas sea sensato, porque no se puede mantener la ruptura de la cadena económica que afecta a personas y empresas. No hay intercambio, y por ende ni producción, ni ingreso, ni ventas. La economía (la gente) se ahoga. Hay que hacerlo, lugar por lugar y poco a poco, no podemos abrir los contactos nacionales porque la enfermedad no tiene el mismo grado ni está en el mismo punto de desarrollo en todas partes. Estando conscientes, y es casi inevitable en todas partes, que al retomar los contactos es probable que haya un nuevo rebrote de menor intensidad … y quizás volver a un nuevo aislamiento menos drástico.
Necesitamos acciones micro, como apoyar a la gente más vulnerable con salud, alimentación y/o ingreso básico, o a las empresas vía diferimiento de impuestos, aportes a la Seguridad Social o deudas. Pero todo eso tiene un costo y en parte se lo debe financiar vía redireccionamiento interno de recursos (bajar otros gastos públicos y un impuesto a los que más tienen) y además conseguir apoyo externo. Pero además para mantener la cadena de pagos que nutre a la economía, se necesita responsabilidad personal: cada uno, en la medida en que pueda, debe seguir pagando a empleados, proveedores, deudas, servicios básicos. No es el momento de querer “aprovechar” ciertas ventajas, si uno puede evitarlo (porque eso quita un “cupo” a alguien que lo necesita más). Claro, no es fácil, en medio de la incertidumbre.
…Duras decisiones para todos, y para el Gobierno… (O)
Tomado de diario El Universo