Pensar fuera de la caja
John Dunn Insua (columnista)
Es difícil mantener la calma, sobre todo cuando se enfrentan situaciones tan duras y adversas como las que se viven en Guayaquil, donde no pasa un día sin que nos enteremos de que uno o varios conocidos nuestros han fallecido. Sin embargo, debemos hacer nuestro máximo esfuerzo por mantener la calma, y buscar soluciones a los problemas, mucho más allá de lo convencional.
Existen dos aspectos que merecen ser analizados. Uno de ellos es la crisis sanitaria ocurrida en Guayaquil, como consecuencia de aquellos fallecidos que demoraron en ser enterrados. El cuello de botella se dio por demorar mucho en aligerar el trámite correspondiente al certificado de defunción. Se le dio mucha importancia a la burocracia y poca importancia al dolor de quienes han perdido un ser querido. Inicialmente, se habló de que era recomendable la incineración de los restos mortales y que Guayaquil no contaba con suficientes crematorios para atender el alto número de fallecidos. Precisamente, ese tipo de carencias son las que se pueden atender a través de un estado de excepción, ampliando la cantidad de recursos existentes. ¿Cuántas fábricas existen en la ciudad con hornos que puedan ser utilizados temporalmente como crematorios improvisados?
De la fuerza conjunta encargada de recoger a los fallecidos en el Puerto Principal, ¿por qué no son las Fuerzas Armadas las encargadas de recoger a los muertos? Son ellos quienes tienen un mayor número de integrantes en sus filas; y los que cuentan con mayor cantidad de vehículos para hacerlo. Y, sin embargo, ellos solamente han dispuesto 180 miembros a colocar ataúdes y sellar nichos.
Existe otro problema que se está volviendo crítico con el pasar de los días. Por un lado, montones de comerciantes se quejan en las grandes ciudades de este país que sus productos alimenticios venidos del campo se están pudriendo. Por otro lado, miles de personas están incapacitadas de poder comprar alimentos, ya sea porque no tienen recursos económicos para hacerlo (por el estancamiento de nuestra economía en emergencia) o porque simplemente no están en condiciones se salir a la calle y exponer sus vidas. ¿No debería el Gobierno jugar el papel de intermediario entre ambos durante el estado de excepción? Comprar los alimentos a los productores y distribuirlos entre quienes los necesitan. Así también se evitaría que tanta gente viole el toque de queda impuesto, con tal de salir a ganarse el pan de cada día para sus familias. Aquel conflicto que agobia a muchos ha sido un factor muy importante en el esparcimiento de la enfermedad en Guayaquil y puede ser el que detone una situación similar en Quito, donde el número de casos está subiendo de manera preocupante en los últimos días.
En tiempos de emergencia se deben hacer dos cosas: dar la cara y pensar fuera de la caja. El vicepresidente de la República está dando la cara, dentro de sus capacidades. ¡Salud por ello! Pero, si no se reinventa la forma de lidiar esta crisis, saldremos aún más golpeados de esta. (O)
Tomado de diario El Universo