Otras ‘pestes’ de los 40 años
Gonzalo Ruiz Álvarez (columnista)
La historia de la humanidad está jalonada por días de gloria y tragedia, el mapamundi trazado con la sangre de crueles guerras, la creación humana alcanza altas cotas y hondos avernos. En una luminosa mañana de agosto asumía un binomio presidencial cargado de juventud y esperanzas pero que hubo de pagar altas facturas en el ejercicio del poder.
El Presidente Jaime Roldós Aguilera, cargó con algunas ‘pestes’, tuvo que sortear la pugna de poderes. La Guerra de Paquisha devastó la economía, y poco tiempo después un accidente le cegó la vida.
A Roldós le sucedió Osvaldo Hurtado, con una oposición implacable, su gobierno fue marcado por el fenómeno de El Niño que arrasó durante meses la Costa, destruyó carreteras, disparó la inflación y dejó en soletas al agro costeño. Además, estalló la crisis de la deuda latinoamericana.
León Febres Cordero mantuvo un duro pulso con la oposición y sintió los estragos de la insurgencia incipiente de Alfaro Vive Carajo. El terremoto de marzo de 1987 dejó más de mil muertos y el oleoducto estuvo interrumpido. Fuerte crisis económica.
Una inflación complicada de derrotar marcó los primeros pasos de Rodrigo Borja, el primer levantamiento indígena de 1990 cambió el país y mostró una brecha histórica que ya nunca se volvería a cerrar.
Sixto Durán Ballén tuvo dura oposición. El derrumbe de la Josefina, en el sur, causó una severa crisis eléctrica. La Guerra del Cenepa agotó la economía y fue, pese a la valerosa defensa militar, una frustración. Su vicepresidente terminó en el exilio por la denuncia de gastos reservados.
Abdalá Bucaram salpicó su corto mandado entre escándalos y su propia peste. Rosalía Arteaga duró un minuto en el poder y Fabián Alarcón , producto de una entente de la clase política que se cargó a Bucaram, tuvo su pulso con la Asamblea Constitucional, una caída estrepitosa de los precios del petróleo y su propio fenómeno de El Niño.
Con grandes augurios subió al poder Jamil Mahuad pero la crisis bancaria, la dolarización como medida extrema, y una debacle económica lo enviaron al exilio. Gustavo Noboa afrontó un muy duro invierno que también destruyó carreteras.
Lucio Gutiérrez sentó las bases económicas de estabilidad, mas sucumbió por falta de manejo político, rompió relaciones con fuerzas gravitantes y descabezó a la Corte Suprema de Justicia lo que le costó su derrocamiento. Fue sucedido por su vicepresidente Alfredo Palacio que escribió, acaso sin quererlo, el prólogo del correísmo.
Rafael Correa llegó para romper esquemas, desbarató al Congreso, pateó el tablero e hizo una Constitución a la medida de su concepto de poder concentrado. Su modelo pareció refulgente mientras los precios del petróleo no cayeron. El terremoto de Manabí dejó ver miserias y corruptela.
Lenín Moreno heredó la crisis. Trata de destapar la corrupción correísta y le sobreviene la pandemia del coronavirus luego del violento levantamiento indígena. La economía es débil, el futuro, muy incierto…
Tomado de diario El Comercio Ec