Mediocridad legislativa

Mediocridad legislativa
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Bernardo Sandoval Córdova (columnista)

Si nos remontamos 52 años, a la Asamblea Constituyente de 1967, vemos qué miembros eran personajes de un altísimo nivel intelectual y moral: Andrés F. Córdova, Gonzalo Cordero Crespo, Julio César Trujillo, Carlos Arízaga Vega, Pablo Dávalos Dillon, Aurelio Dávila Cajas, Manuel de Guzmán Polanco, Abdón Calderón Muñoz, por nombrar algunos.

En la Cámara Nacional de Representantes, primer cuerpo legislativo en el retorno a la democracia, en 1979, vemos que entre sus miembros había personajes brillantes: Manuel Córdova Galarza, Raúl Baca Carbo, Heinz Moeller, Marco Proaño Maya, Wilfrido Lucero, Gil Barragán, Jaime Hurtado. También estuvieron León Febres-Cordero y Rodrigo Borja.

El contraste con la Asamblea Nacional actual es evidente. Antes, participaban personajes que, cumpliendo una trayectoria profesional ejemplar, procuraban una curul por un afán de servicio, poniendo su inteligencia y conocimientos a favor de una legislación inteligente.

Hoy, el mérito de los asambleístas es cuestionable, su formación académica es escasa y su acceso a la Asamblea Nacional indicaría que sus contendores electorales fueron de su misma jerarquía: pobre. Obviamente, hay excepciones y espero que esos pocos legisladores no acaben decepcionando.

A pesar de la mediocridad de la Asamblea Nacional  actual, que no fue capaz de sumar el número de votos necesarios para la despenalización del aborto por violación; que fue incapaz de legislar a favor de la incautación de bienes a los funcionarios ladrones, acusados de peculado, que no dan la cara para defender su honra y que prefieren huir del país; a pesar de ello, es mejor que las vergonzosas Asambleas del correato.

La Asamblea de Montecristi controlada, tras bastidores, por los politólogos españoles de Podemos, el “congresillo” y las dos Asambleas Nacionales del titiritero Correa, repletas de obsecuentes, lacayos y sumisas, es la responsable de la patética Constitución de 2008, de la Ley Orgánica de Educación Superior, del COIP, del “Código de la Democracia”, entre otros bodrios.

Tomará más de veinte años el componer el maremagno legislativo que se gestó en la década infame.

Tomado de diario El Telégrafo

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