Maduro todavía está verde para caerse

Maduro todavía está verde para caerse
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Juan Carlos Faidutti (columnista)

La grave situación que vive Venezuela es una de las mayores crisis que han afectado a un país latinoamericano. Empezó con el ascenso al poder de Hugo Chávez, época en que el petróleo alcanzó su mayor precio y le permitió a este nuevo líder, con la asesoría de Fidel Castro, primero subsidiar a un país ahogado por la crisis económica; luego ganarse la voluntad de otros Estados caribeños, regalando petróleo para unificarlos bajo su comando ALBA y Unasur, y organizaciones internacionales que ahora ya están por desaparecer.

Con el fallecimiento de Chávez, tomó la posta Maduro, a quien lo consideró no el más capacitado sino el más leal para seguir el camino que había trazado. Luego Maduro ganó con un mínimo margen las elecciones, las cuales estuvieron manejadas por un Tribunal Electoral inescrupuloso. No podemos negar que Maduro ha sido un digno sucesor: fortaleció las fuerzas bolivarianas que lo respaldan y se preocupó de repartir todas las canonjías posibles a los militares, entregándoles todas las empresas y negocios que se habían estatizado, para que ellos los manejen y se aprovechen de los mismos. Luego comenzó la crisis del petróleo y la multiplicación de las manifestaciones del pueblo en su contra, pues empezaron a escasear alimentos y medicinas. Pese a haber apresado a los más importantes políticos contrarios, surgió Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, único organismo que no pudo controlar (ya tenía a su servicio el Poder Judicial y las demás instituciones del Estado).

Ahora Maduro está pensando en disolver la Asamblea que dirige Guaidó, quien consiguió el reconocimiento como presidente provisional de 50 países. Todos ellos lo han respaldado moralmente, pero ninguno se ha atrevido a llegar más allá, tomando en cuenta el principio del respeto a los gobiernos constituidos por elección popular.

Los militares, firmes con Maduro. Como una nueva posibilidad, Guaidó llamó a los militares a rebelarse, pero ellos calcularon que si se volvía a un gobierno constitucional perderían todos los beneficios que recibían, y no les hacía gracia regresar a los cuarteles para cumplir con sus obligaciones profesionales.

En cuanto al pueblo que salía a las calles convocado por Guaidó, comenzó a disminuir y es explicable: personas mal alimentadas, enfermas y sin energías ya no querían enfrentarse a fuerzas que las reprimían con gases, palos, balas y atropellos.

Tras la última convocatoria fracasada de Guaidó por conseguir una sublevación militar, el líder político “se ha visto forzado a considerar posibles negociaciones con Maduro”. En esta ocasión era Noruega la que trataba de mediar. Ya lo habían intentado la Iglesia católica y los dominicanos, pero la posición firme de Maduro fue atender alguna concesión, pero nada de dejar el poder.

Hasta ahora, en Bermudas, sitio escogido por Noruega para continuar las conversaciones, se han unido otros países europeos. Allí se sostiene que todos los venezolanos deben participar en la transición democrática en Venezuela, proponer realizar elecciones libres y controladas por las organizaciones internacionales veedoras de estos procesos.

Los delegados de Maduro mantenían con firmeza que debía acabar su período en el 2020 y luego convocar a elecciones a su estilo. Pero la última decisión del presidente Trump, congelar todos los bienes del Estado venezolano (que no sean alimentos o medicinas), incluye entre ellos los de Cisco, la poderosa filial de PDVSA. Y la primera reacción de Maduro fue retirar a su delegación de las reuniones en las Bermudas.

Hasta ahora Maduro se ha visto apoyado por Rusia, China y Turquía. Con Irán, Venezuela ha encontrado la forma de colocar su petróleo, que está sitiado por Estados Unidos. Aun así, ya hay discusiones en cuanto a una posible caída de Maduro. Si esto llega a suceder, tendrá que planificar bien el sitio que escoja para vivir.

Conclusión. No podemos dejar de reconocer la habilidad que ha demostrado Maduro para mantenerse en el poder. Desgraciadamente exageró su afán como dictador, al determinar como su objetivo quedarse de por vida en el poder. Además de su afán de cumplir con las recomendaciones del Foro de Sao Paulo, convirtiendo a su país en un gobierno socialista del siglo XXI, como han dado en llamarse los excomunistas, y creer que se puede manejar con subsidios a un pueblo que no trabaja, esperando la ayuda gratuita del Estado; ha llevado a su país a la bancarrota y a confiar solo en la fuerza de su banda bolivariana entrenada por cubanos.

Tomado de Diario Expreso

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