El humor y la pandemia
Lolo Echeverría Echeverría (columnista)
La pandemia vino en pareja con el miedo. Nos asusta lo que pasa en el mundo. El repiqueteo diario de la cifra de muertos nos recuerda la prevención del poeta John Donne: “No preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”. El temor al contagio es el miedo a morir.
El gran remedio para el miedo es el humor como plantea Umberto Eco en su novela “El nombre de la Rosa”. En una lejana abadía medioeval los monjes van muriendo uno a uno y nadie puede resolver el misterio de sus muertes. El monje encargado de la investigación termina por descubrir que el autor de los crímenes es un monje ciego, el más viejo del monasterio, que ha decidido envenenar las páginas de un libro que todos quieren leer a hurtadillas, es el libro de la comedia de Aristóteles. Cuando el monje es descubierto, se justifica diciendo que solo el tonto ríe a carcajadas, que la risa es diabólica porque mata el temor. Al monje le preocupa que eliminado el temor al demonio ya no sea necesario Dios.
En estos días de encierro por la pandemia, circulan muchas viñetas y memes humorísticos como para exorcizar el miedo. Pueden parecer impertinentes, pero ayudan a superar el abatimiento. Una caricatura de Turcios, publicada en el diario colombiano El Heraldo, provoca una risa sobrecogedora. El dibujante pinta la escena de la muerte que pasea envuelta en su manto negro con la guadaña al hombro y a su lado va la hijita de la muerte con un globo en la mano, es el covid-19.
Nada asusta más que la muerte; al fin y al cabo, Thanatos y Eros son las dos fuerzas que mueven el mundo y dan sentido a la vida. El hombre seguramente inventó la risa el momento que tuvo conciencia de su finitud, al descubrir que era destinado a la muerte. Por eso hay dos versiones de la muerte, una para asustar, otra para espantar el miedo, para reír.
La primera versión viene en un cuento muy antiguo: un soldado se encuentra con la muerte a la vuelta del mercado, cree ver un gesto de amenaza en ella. Asustado acude donde el rey y le pide que le preste su caballo más veloz para huir esa noche hasta Samarcanda. El rey intrigado convoca a la muerte y le pregunta por qué asustó tanto a su soldado más valiente con su amenaza. No era amenaza, le responde la muerte, era apenas un gesto de sorpresa al verle aquí cuando tenía una cita conmigo, mañana en Samarcanda.
La versión humorística dice que la muerte se le aparece a un hippie de pelo largo, barbas, collares, aretes y una túnica estampada con flores. Mañana vendré por ti, le dice la muerte. El hippie asustado se transforma por completo. Se rapa a navaja la cabeza, se afeita y se viste con terno y corbata. Se mira al espejo y él mismo no se reconoce.
Confiado se va a la discoteca. Llega la muerte y a su lado, de pie, busca al hippie, no le encuentra por ninguna parte. No sé cómo se me escapó el hippie, dice la muerte, me llevaré, a este peladito.
Tomado de diario El Comercio Ec.