El general Coronavirus

El general Coronavirus
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Mauricio Gándara Gallegos (columnista)

¿Quién es este invisible general que tiene de rodillas al mundo entero? En el pasado habíamos oído hablar del general Invierno, que en las estepas rusas trituró al más formidable ejército que levantó Napoleón; el mismo General que impidió a Hitler llegar a Moscú y dio tiempo a que recobren aliento los adversarios del nazismo; una vez más, los elementos, la naturaleza, ponen en jaque al hombre, al hombre ensoberbecido, vanidoso, que cree poder dominarlos. Una vez más, las pestes demuestran que su fuerza supera a la del poder destructivo del hombre: al término de la Primera Mundial, las muertes ocasionadas por la gripe española superó en varias veces a las de las montañas de cadáveres de las guerras de trincheras del conflicto bélico. Las partículas invisibles de los seres microscópicos y los del átomo son las más temibles. Y la ciencia moderna, impotente, no encuentra, todavía, el antídoto contra el terrible general, que va a incursionar ahora en la política, definiendo las elecciones en grandes y pequeños países, según la fortaleza o la debilidad que hayan mostrado al enfrentarlo.

¿Y el Ecuador? Se encuentra ante el inconmensurable peligro con los bolsillos vacíos. Mientras sus vecinos Colombia, Perú, Chile, Bolivia, tienen reservas de varias decenas de miles de millones de dólares, el Ecuador no, porque antes de la del actual virus, sufrió del correavirus –como lo llamé, en esta misma columna, hace varias semanas–, que lo dejó en soletas, con su teoría de que no se debía tener dineros ociosos, como los de las reservas. Y la Asamblea Nacional, que no es capaz de crear recursos, ha salido con “la salomónica” declaración –sin fuerza legal, felizmente– de que el Gobierno no cumpla los compromisos internacionales para atender a la emergencia, con lo que todos los bonos internacionales se fueron a pique, y nos ha colocado en mal predicamento, en momentos en que los organismos internacionales se declaran abiertos a proveer de fondos para atender a las necesidades de la crisis de salud, y a la consecuente financiera, por el derrumbe de los valores mundiales. Y como la viveza criolla está siempre lista a aprovechar de cualquier ocasión, la presidenta del Tribunal Electoral se pronuncia por la postergación de las elecciones próximas; ya se salvó, por un pelo, de la censura, y ahora quiere continuar indefinidamente en su función. Las elecciones generales deben tener lugar después de un año, cuando el general habrá acabado con nosotros o lo habremos vencido o habremos aprendido a convivir con él. Necesitamos cambiar todo rezago del pasado inmediato. Hay países con elecciones previstas para fines de este año y no piden postergación.

Las circunstancias reclaman unidad, superación de celos entre autoridades nacionales y seccionales, en que los funcionarios reclaman que no les aconsejen cuando reciben un exhorto del Municipio de Quito, que es quien mejor ha enfrentado la crisis. Hay vacíos en el poder: durante cuatro meses no se ha designado al secretario general de la Administración, funcionario sobre el cual recae la coordinación del Ejecutivo, internamente; con la Asamblea, externamente, y quien ha ejercido, siempre, la vocería pública. (O)

Tomado de diario El Universo

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