Droga, enfoque equivocado
Alberto Acosta Burneo (columnista)
El consumo de drogas y los problemas de salud mental
suelen estar relacionados. La adicción a las drogas agrava los problemas mentales, por lo que se requiere tratar los dos al mismo tiempo. Las drogas terminan con muchas vidas y causan un dolor enorme a quienes rodean a los adictos. Sin embargo, el actual esquema de lucha contra las drogas está condenado al fracaso. Expliquemos por qué y planteemos alternativas.
La estrategia adoptada contra las drogas es el prohibicionismo. Esto ya se ha probado en varias ocasiones en contra del alcohol y la prostitución (ninguna de estas prácticas ha sido erradicada y ya no se consideran un delito). Lamentablemente, el consumo de drogas goza de salud inmejorable gracias al prohibicionismo.
Desde una perspectiva económica, la prohibición de la producción de droga eleva sus precios a niveles astronómicos, transformando esta actividad en la más rentable. Recordemos que los precios llevan información: son el mensaje de los consumidores hacia los productores indicándoles que quieren más droga. El resultado, es que cada día aparecen más productores dispuestos a responder este llamado; a ganar ese rendimiento extraordinario que compensa los riesgos asociados de trabajar en una actividad actualmente ilícita.
Otro efecto perverso del prohibicionismo es que no distingue edad en los consumidores. Al ser tan rentable, se desarrollan sofisticados esquemas de distribución y comercialización que ponen la droga al alcance, incluso de los más jóvenes. La droga está ampliamente disponible en cualquier lugar: parques, escuelas, calles, etc.
¿Cómo combatir a las drogas? La salida es adoptar una estrategia en paralelo desde la oferta y demanda. Desde la oferta, la solución es hacer que las drogas dejen de ser el negocio más rentable de la economía. Esto se logra solo a través de su legalización y estrecha regulación (no hay nada más desmotivante para un inversionista que la regulación estatal).
El trabajo más importante debe venir desde la demanda (los consumidores). No podemos olvidar que la economía de mercado es el resultado de los deseos de los consumidores. La intervención estatal es inútil para corregir las decisiones que considera “inmorales”. El que prefiere lo “inmoral” y es prevenido por la violencia de alcanzarlo, buscará una manera de obviar las prohibiciones y alcanzar sus objetivos (mercados negros, coimas, violencia, etc.).
Los estatistas creen que, para transformar a una persona en un ser “moral”, basta con usar la fuerza. Olvidan que la virtud solo existe en libertad. Quien propone la coerción estatal para detener lo que consume un individuo, abre la puerta para la intervención dictatorial sobre cualquier decisión en nuestras vidas.
La única alternativa efectiva para luchar contra las drogas está en la educación, para modificar las decisiones individuales a través de la persuasión racional y pacífica. Es un proceso más lento, pero seguro. No olvidemos que usar la coerción sobre un individuo libre es, en sí misma, la mayor forma de inmoralidad.