De Nerón a Bolsonaro

De Nerón a Bolsonaro
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Mauricio Gándara Gallegos (columnista)

De acuerdo con la Historia y la leyenda, que tantas veces van entremezcladas, Roma fue incendiada por orden de Nerón, que buscaba con el gigantesco incendio inspirar a sus musas. Cuando se aterró de la reacción popular, no se le ocurrió nada mejor que acusar de autores de su propia locura a los cristianos. El presidente brasileño, para desviar la atención y evadir responsabilidades, decidió acusar de autores de los pavorosos incendios que están acabando con los bosques, los animales, los peces, los insectos, y la misma especie humana, a los ecologistas, a las ONG que luchan en defensa de la vida del planeta. Los ecologistas son hoy los cristianos de hace veinte siglos. El propio Bolsonaro ha proclamado, desde su campaña electoral, la explotación agropecuaria de la selva amazónica; por eso se piensa que su gobierno es el responsable de los incendios; provocaron, al parecer, unos incendios que debían ser controlados, pero que se tornaron incontrolables. La Coordinadora de las organizaciones indígenas, que son las principales víctimas humanas, acusan a los gobiernos de Brasil y Bolivia de los crímenes de genocidio y ecocidio. Los dos gobiernos reclamaron que se trataba de asuntos internos de sus países y han vociferado contra los gobiernos extranjeros que han ofrecido su ayuda para controlar el fuego. Bolsonaro, demostrando que no tiene la clase que se espera de un estadista, ha faltado al respeto no solo al presidente de Francia, sino a su esposa. Morales –quien quiere extender su frontera agrícola para dedicarla al cultivo de coca– rechazó la ayuda internacional arguyendo, ridículamente, defensa de la soberanía. Ambos gobernantes han tenido que ceder –aparentemente, y a regañadientes–, ante la presión internacional y aceptar la ayuda. Morales ha contratado un avión cisterna, pero podría tener cien apagando el infierno.

Debe satisfacernos la reacción mundial: El Gobierno de Irlanda dijo que vetaría el acuerdo comercial de la Unión Europea con el Mercosur; lo propio hizo Francia. El G7, de los países más industrializados, ha acordado su ayuda para proteger la selva amazónica. Ante los anuncios de que podría haber un boicot a las importaciones de carne, Bolsonaro ha rechazado que se apliquen a Brasil sanciones internacionales. El daño está hecho, y habrá que repararlo, reforestar, pero los culpables deberían ser sancionados porque este es un crimen contra la naturaleza. Los expertos nos dicen que en cada hectárea han perecido 300 especies de árboles; no digamos, los insectos, aves, peces, animales exterminados. Es admirable la reciedumbre con la que luchan los pueblos aborígenes en defensa de su medio. Se debería –sin exageración– crear tribunales similares a los de Nuremberg. El más grande pulmón del mundo está siendo devastado por acción planeada de gobernantes que responden a empresarios que buscan riqueza, sin importarles la destrucción de la vida del planeta.

Mientras tanto, América Latina permanece muda, debatiéndose entre divisiones, contradicciones políticas. El ganador de las primarias argentinas quiere darle un respiro a Maduro, sumándose a los que, en América, todavía lo reconocen. No se entiende por qué Ecuador permanece en el Grupo de Contacto y no se incorpora al de Lima.

Tomado de Diario El Universo

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