Crisis
Nelsa Curbelo Cora (columnista)
Vivimos en un mundo en crisis, una sociedad en crisis, economías en crisis, trabajos en crisis, familias en crisis.
Y las crisis señalan cambios que no sabemos cómo asumir, vivir, enfrentar, resolver.
Las crisis para la mayoría son incómodas porque nos ponen en el terreno movedizo de lo que no conocemos y no podemos predecir, de la inseguridad personal y colectiva. Nos resulta molestoso estar en una actitud de creación constante, de atención a la realidad sostenida para inventar respuestas innovadoras que no han probado aún su eficacia.
Aparecen grupos que admiran a la realeza (y a los reyes y reinas y sus respectivos séquitos…) como sistema político. Se trata de que otros resuelvan por nosotros. Esos otros tienen la sabiduría en sus genes, pueden guiar pueblos, naciones, personas. El sometimiento a la autoridad es una de las causas más claras de violencia, actuar bajo órdenes sin juzgar si las órdenes son correctas, éticas y ejecutables ha generado guerras y muertes sin fin en este mundo que hemos ido creando. El mirar hacia atrás para repetir experiencias es como manejar solo con el retrovisor sin ver lo que tienes delante, la catástrofe está asegurada.
Pero también en esta época de desconcierto y vulnerabilidad, de descrédito de las instituciones democráticas, de la justicia, del rol del Estado, surgen muchas voces y agrupaciones que quieren hacer lo que estiman que las instituciones no hacen, entre ellas, armarse y agruparse para defenderse y defender a la población.
Las famosas autodefensas que tanto mal hicieron en países vecinos, de impredecibles consecuencias porque nadie las controla ni dan cuenta. ¿A quién responden los autoproclamados justicieros, quién las financia, quién elige sus mandos, cómo se sostienen, quién y cómo pagan las armas que necesitan, bajo qué legalidad deciden quién debe vivir y quién no? Es un camino sin retorno al caos y a la desintegración democrática.
Cuando las instituciones no funcionan bien hay que apuntar a mejorarlas. Aunque tengan muchos fallos el sistema democrático que conocemos ha demostrado ser por ahora la mejor manera de gobernar una sociedad. Las mejores ideas creativas deberían ir a mejorarlo, a hacerlo más participativo sin que eso suponga estar siempre movilizados en una especie de vigilia cuestionadora que agota y socaba la confianza.
Es evidente que hay que ser creativos en proponer y efectuar cambios que sean fruto de los desafíos actuales de una humanidad que se enfrenta a la inutilidad de muchas profesiones en vista de los avances tecnológicos, y tiene que lidiar con la incapacidad colectiva de asumir los retos y de darle sentido al mundo que creamos.
Una humanidad que está aprendiendo tarde que no es dueña ni señora de la tierra que habita, que es parte de ella y debe cuidarla, protegerla, como debe cuidar y proteger a todo lo que vive. Ese proceso de humildad, de volver a relacionarse con todo y con todos es un aprendizaje pendiente que nos está pasando factura y que seguramente marcará nuestro futuro inmediato.
Curiosamente en esta crisis global, los seres humanos estamos siendo obligados a mirarnos y conocernos a nosotros mismos para encontrar el rumbo. Y eso es una buena noticia, porque estamos tan lejos de nosotros, nos desconocemos tanto, que todos los errores son posibles pero también todos los aciertos.(O)
Tomado de diario El Universo