¿Correa es inocente?
Por: Farith Simon
En estos días Rafael Correa, el Grupo de Puebla, sus coidearios y seguidores, han repetido una y otra vez que la concesión del estatus de refugiado, por parte del comisariado general de refugiados y apátridas de Bélgica, es la prueba última de la inocencia del expresidente prófugo; que esto demuestra, sin duda alguna, que no tiene relación con los graves y repetidos actos de corrupción que se produjeron durante su régimen. Se lo presenta como víctima, por progresista, dicen, de una grave persecución política; toda sentencia o proceso judicial en su contra, afirman, es resultado del lawfare.PUBLICIDAD
En paralelo, en los Estados Unidos, para no hacer referencia a los procesos judiciales ecuatorianos, surgen más y más evidencias del nivel de corrupción que se vivió durante el correísmo. Los montos llevados a ese país para lavar dinero producto de los sobornos y negocios fraudulentos son tan altos, que permiten atisbar la dimensión de la corrupción; queda claro que no eran hechos aislados y que se requería de una estructura de alto nivel para que esas prácticas se mantengan.
Si a esto se suma la información sobre los sobornos de Odebrecht, que señalan directamente al vicepresidente Glas; los negociados alrededor de la venta del petróleo; los contratos sobre la Refinería de Esmeraldas o el Aromo y los sobreprecios en obras públicas. Bélgica no declaró o reconoció la inocencia de Correa; consideró que él tiene temores fundados de ser perseguido, que por esto no quiere -o no puede- regresar al país y que por ello necesita protección de acuerdo a la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados. Esto nos recuerda, nuevamente, que nuestro sistema de justicia está siempre bajo sospecha, que no existe confianza en su independencia, en la imparcialidad de los jueces o en el respeto al debido proceso. De este desastre institucional, que no significa que todos los jueces y fiscales sean corruptos o incompetentes, seguirán aprovechándose los culpables con poder y lo seguirán sufriendo los inocentes sin influencias o recursos.
Tomado de diario El Comercio