Colombia: la guerra que nunca terminó
Yoaní Sánchez Cordero (columnista)
La noticia apenas sorprende. Luciano Marín Arango, alias Iván Márquez, ha anunciado este jueves (29.08.2019) «una nueva etapa de lucha» armada. El que fuera número dos de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) ha puesto en palabras lo que hace tiempo se sabía: que la paz en ese país fue siempre de una fragilidad extrema y que podía quebrarse en cualquier momento.
Junto a las implicaciones que este regreso a las armas traerá hacia el interior de la nación suramericana, toda América Latina se verá afectada de una manera u otra. Con las crisis políticas de Venezuela y Nicaragua todavía al rojo vivo, la insurgencia de Márquez abrirá un nuevo foco de polémica, posicionamientos diplomáticos y apoyos o rechazos que contribuirán a la polarización de un continente que ha vivido décadas convulsas.
Hace tres años, en septiembre de 2016, una ceremonia simbólica en Cartagena de Indias quiso enviar el mensaje al mundo de que el conflicto colombiano era cosa del pasado y que las negociaciones de cuatro años habían puesto punto final a medio siglo de enfrentamientos armados. Sin embargo, poco después, el proceso sufrió uno de sus más sonados reveses cuando el «No» a los Acuerdos de Paz ganó en el plebiscito del 2 de octubre.
Dos años antes, se había dado otro paso apresurado con la Proclamación de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, durante una Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) celebrada en La Habana. En ambos momentos, primó más el deseo de llenar titulares, y de dar por terminada una etapa, que el pragmatismo de reconocer que los fusiles seguían repiqueteando en esta parte del mundo y que una tregua dista mucho de ser el fin de una guerra.
La mayoría de los rostros que protagonizaron aquellos dos fugaces momentos ni siquiera están hoy en sus cargos. Algunos han dejado sus puestos de mandatario rodeados por el escándalo y la polémica, como es el caso del ecuatoriano Rafael Correa y otros, como el exgobernante cubano Raúl Castro, aparece cada vez menos en público aunque sigue controlando el país desde su posición de secretario del Partido Comunista. A la cuenta de ellos y de muchos otros va también el fracaso del proceso de paz.
¿Qué van a decir ahora los que sonrientes y optimistas nos presentaron los acuerdos colombianos como un camino en una sola dirección y que solo podía desembocar en la paz? ¿Promoverán el retorno a la mesa de negociación de las partes implicadas en la confrontación o, en lugar de eso, optarán por brindar su apoyo político, diplomático y hasta económico a uno de los bandos? En los próximos meses lo sabremos. Su silencio o sus declaraciones revelarán mucho del papel que han jugado en esta nueva escalada.
Lo que sí es seguro es que el «globo» de la ilusión de una América Latina en paz ha estallado por los aires. Nunca llegó el sosiego a esta parte del mundo.
Tomado de América Economía