Ahora o nunca
Walter Spurrier Baquerizo (columnista)
Cierto es, la primera prioridad es la salud. El coronavirus nos llegó sin estar preparados, probablemente antes del llamado caso cero. A los primeros infectados se les habrá diagnosticado alguna otra enfermedad del pulmón. Sucedió también en otros lugares, como Nueva York, y como en la Gran Manzana, la enfermedad se salió de control y hoy mueren ciudadanos que pudieron salvarse si hubieran alcanzado atención médica. Nuestra solidaridad con sus deudos.
Pero hay que ir atendiendo problemas tan solo ligeramente menos urgentes. La cuarentena tiene a las empresas pagando sueldos sin tener ingresos, y hay que ver cuántas no podrán pagar a fin de mes. Los ciudadanos que pueden, tarjetean, y hay que ver cuándo sus ingresos se recuperan y les permiten pagar sus deudas. Cuando escribo esto, no se ha anunciado ningún plan para aliviar este problema de liquidez.
Si llegamos a salir bien librados del coronavirus, probablemente el país estará mucho más endeudado, y se mantendrán las condiciones que nos restan competitividad. Hay una serie de proyectos de ley de urgencia económica que hacen una torre de papel sobre el escritorio presidencial y no son enviados a la Asamblea. Quizá porque se teme que el Legislativo los rechace.
Esta falta de acción tiene desconcertados a los agentes económicos. Esperan que el Ejecutivo muestre una acción firme, trace el camino a seguir, y acompañarlo en la marcha hacia la recuperación. Sin esas señales firmes, están desconcertados, dudando si botar la toalla. ¿Qué falta para que el presidente presente un plan de batalla contra la crisis económica y los males que impiden al país salir adelante?
Estamos en estado de excepción, por calamidad pública. Tenemos una Constitución supremamente presidencialista, armada para darle a Rafael Correa poderes extraordinarios. Debe en ella haber elementos que le permitan a un presidente asumir poderes extraordinarios para librar una batalla por la supervivencia económica de la nación. Sin un repunte de la competitividad, más inversión, crecimiento de las exportaciones, creación de empleo, cientos de miles de ecuatorianos, si no millones, se sumirán en la pobreza.
Se necesita, de urgencia, dar liquidez a las empresas para que puedan pagar sueldos, reformar la legislación monetaria y bancaria para fortalecer a la banca, que tiene que resistir los embates del deterioro de las empresas; crear un mecanismo ágil para resolver bancarrotas, porque las habrá, y los activos no pueden quedar inmovilizados como en la crisis de hace veinte años; crear fuentes de nuevos ingresos fiscales; un marco laboral menos asfixiante para la inversión; mecanismos para reducir personal burocrático, no al que da servicios de salud, educación o seguridad; reformas al mercado de valores.
Parte de la solución está en el decidido apoyo internacional canalizado por el Fondo Monetario. Mientras más decidido el accionar del Gobierno, con mayor autoridad podremos solicitar ayuda financiera.
La cuarentena es necesaria, y no se vislumbra cuándo se la puede levantar. En Guayaquil los hospitales están aún desbordados; la pandemia todavía no se apodera de otras ciudades del país. Mientras tanto, la economía se sigue deteriorando. Si las autoridades siguen sin reaccionar, cuando lo hagan, la situación puede estar peor, y quizá, insalvable.
El Gobierno, urgentemente, tiene que anunciar un plan enérgico y osado para superar la crisis. Es ahora o nunca. (O)
Tomado de diario El Universo